RECUERDOS DE UN ISLEÑO

Filed Under () by eddy on martes, 5 de abril de 2011

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En el año 1950, yo tenía siete años. En Aquel tiempo, casi recién terminada la Guerra civil, que tanto marcó y dividió a los españoles, en La Isla, como en todos los pueblos de España, sus habitantes tenían diferentes ideologías, pero, por lo que yo recuerdo, la convivencia era en ese aspecto casi perfecta. No muy politizada a mi entender, y por lo menos en las conversaciones en que yo estaba presente, se hablaba de la guerra y sus aconteceres y situaciones (puede que cada uno diera una versión diferente) de los miedos y sufrimientos, pero nunca se personalizaba y a mi nunca mis padres me dijeron ni me prohibieron la compañía de ninguno de los niños que por entonces compartíamos juegos y amistad, y que luego, con el paso del tiempo, supe que sus padres pensaban en algún caso de manera diferente que los míos y que también entre ellos la convivencia era totalmente natural y en algunos casos de verdadera amistad.







Aunque común a todos los pueblos de España, un luctuoso acontecimiento se unió a las penurias que había dejado la Guerra Civil, LA TUBERCULOSIS, que se ensañó principalmente con la juventud y que se llevó lo más granado de los mozos y las mozas, hasta tal punto que muy pocas familias se libraron de tan terrible azote. Y quien sabe si tanta pérdida y dolor no sirvieron para limar discrepancias y que la vida cotidiana entre gentes de diferente pensar resultara aparentemente normal, y ayudara a ir olvidando pasados aconteceres.







Contaba La Isla, en aquellos años, con UN CURA, DOS MAESTROS(maestro y maestra que enseñaban a unos 25 niños y otras tantas niñas), CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL (con 5 ó 6 guardias) lo que, unidos al respeto y obediencia que se tenían hacia los mayores, muy pocas chiquilladas quedaban impunes y sin castigo.







Existían DOS TIENDAS MIXTAS Y DOS BARES, uno de ellas con bolera, que eran lugar de reunión y tertulia, por lo que cada uno de estos establecimientos tenía sus parroquianos habituales y es más, cada parroquiano ocupaba todos los el mismo sitio y que todo el mundo respetaba.







Pero la zona de ocio, esparcimiento y recreo, para niños y jóvenes, estaba en torno a la iglesia (el arenal y el “campin”), sobre todo al atardecer y coincidiendo con la celebración de los actos litúrgicos (todos los días cuando menos se rezaba el rosario, pero siempre había novenas, triduos, etc. y los domingos por la tarde Catecismo). Pero el acto litúrgico más importante, después de la NOVENA Y LA FIESTA DE LA VELILLA, era EL MES DE LAS FLORES (todo el mes de mayo). Ahí asistía toda la parroquia (viejos y jóvenes, hombres y mujeres, niños y niñas). La asistencia al rezo diario del rosario en la iglesia no te eximía de volver a rezarlo en familia, costumbre muy arraigada por entonces. El rezo se hacía coincidir con alguna labor, principalmente desgranar maíz o fabes los varones y coser, repasar o tejer las mujeres.







Tenía la parroquia de La Isla, fama entre los pueblos limítrofes de ser bastante religiosa, con mucha asistencia a misa, tanto a diario como los domingos. Yo creo que aparte del espíritu religioso de sus habitantes, que no hay duda que se inculcaba y enseñaba, no solo en la iglesia, también en la escuela, y en la familia, la reducida extensión de la parroquia, los buenos caminos que para aquellos tiempos tenía, podían propiciar y ayudar a que en la misa dominical y en el cumplimiento Pascual, ambos obligados, participaran todos los feligreses, porque el control y lo mal visto que estaba el no acudir a los actos litúrgicos era igual de mal visto en todos los pueblos.







Por la causa que fuere, la parroquia de La Isla gozaba de una merecida fama de religiosidad y así se lo oí comentar en alguna ocasión a su párroco.







Comparar aquellos tiempos de infancia y juventud con los de ahora, no es posible, primero por que ya no somos niños ni jóvenes. Yo deseo que los que hayan sido con posterioridad a mí conserven el mismo recuerdo de su pueblo, de sus gentes, de sus juegos y de los amigos con quienes los compartieron, y de manera especial de LA ISLA.















José Francisco (Enero 2003).






 





(El artículo RECUERDOS, fue entregado a Manolo Vigil, que lo público en su libro LA ISLA EN EL RECUERDO)



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